Es curioso como para que las obviedades vuelvan a ser obvias, necesitamos de sesudos estudios, de eminencias o renombradas Universidades para que el common sense, vuelva a ser lo más top. Leemos el titular y queremos creer que han inventado la sopa de ajo. En esta lucha por no perder la normalidad nos hemos instaurado, los nuevos tiempos nos ofrecen tantas alternativas y maneras de ver el mundo que las capas de cebolla del ser enmascaran, al igual que la realidad, el auténtico ser, el primigenio, el más simple.
Uno de los titulares que ha llamado mi atención es el publicado por Harvard tras casi 80 años de estudio:
las relaciones sociales mejoran el rendimiento del cerebro
La neurociencia y la evolución hablan. Y en ese deseo de echarle migas a la ansiada felicidad (quimérico inquilino), nunca como en ningún otro período de la Historia nos han vendido (hemos comprado) la obligación de tener que ser felices. Un mantra que repetimos una y otra vez, sea o no cierto. Puede parecernos algo obvio, puede parecernos simple, pero es así, el estudio publicado llega a la conclusión que somos animales sociales más por evolución que por compartir vidas perfectas en Facebook, postales azul cobalto en Instagram o 280 caracteres en Twitter.
Otra de las conclusiones es no tener más bienes materiales sino mejores amigos, mejores relaciones de pareja, etc. De esta manera la salud de tu cerebro se conectará a la de tu cuerpo, en una simbiosis tan necesaria como llevar una vida social de calidad. A nuestro cerebro le gusta ir de cañas, practicar deportes colectivos, viajar con amigos…y cuanto más mimos, elogios o como dicen mis primos andaluces: cuanto más te rieguen los oídos…y con un finito, mejor que mejor.
el cerebro es inherentemente de naturaleza social
Me parece apasionante cómo vamos a desarrollar lo que llamamos el pensamiento social, cómo lo vamos a incorporar en nuestras vidas personales y en los equipos de trabajo. Cómo las empresas están valorando la inteligencia emocional y el pensamiento social. El proceso de cambio ya es innegable, y a diferencia de lo que sucedía antaño, no viene para quedarse. Su reborn dura cual el mito de Prometeo, no hay tiempo para el confort, nos excita el cambio, lo nuevo, quizá ese es nuestro déficit: ¿Cómo conseguir tiempo de calidad para desarrollar nuestras relaciones sociales, paso a paso, tweet a tweet?.
La incertidumbre es un horizonte sin línea…no sabemos cuánto durara.
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